Cómo Sex And The City transformó la representación femenina en la televisión

 Antes de Carrie Bradshaw, la televisión premiaba a las mujeres que eran agradables, devotas y discretas. Después de Sex and the City, ser complicada, ambiciosa y contradictoria ya no era un defecto: era ser real.

La llegada de Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha marcó un parteaguas. Por primera vez, una serie abrazó lo femenino sin pedir disculpas y convirtió la vida emocional y sexual de las mujeres en el centro del relato.




Imagen: OSN plus


Más de dos décadas después de su estreno, Sex and the City sigue siendo un referente clave para entender la evolución de la representación femenina en televisión. Desde una mirada contemporánea —particularmente desde la generación Z— resulta relevante analizar cómo esta ficción rompió con los moldes narrativos de su época, al abrir el camino a conversaciones que hoy damos por sentadas: el sexo femenino sin culpa, la amistad como refugio político y la mujer como protagonista de su propio relato, y analizar qué tan vigente sigue siendo su legado en los medios actuales. 



Durante los años 90, la televisión dominante seguía modelos narrativos donde los personajes femeninos solían ocupar roles secundarios o estar definidos principalmente en función de su familia o pareja. Los formatos hegemónicos eran el “sitcom familiar” —con historias centradas en el hogar y la convivencia cotidiana— y los “dramas médicos o legales”, que, aunque populares, rara vez exploraban la complejidad emocional y social de las mujeres de forma profunda. En este panorama, las series solían mostrar personajes femeninos que encajaban en estereotipos predecibles, limitando las posibilidades de representación auténtica. Sex and the City irrumpió en este contexto con una propuesta distinta: una narrativa que apostaba por una “alta feminidad” (high feminine), donde el glamour, el deseo y la amistad femenina eran el motor central de la historia, alejándose de las fórmulas convencionales y abriendo un nuevo espacio en la pantalla.


La amistad como eje narrativo principal

En Sex and the City, la relación entre Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha no solo complementa las tramas románticas, sino que las sustenta. La serie presenta a estas mujeres como amigas que se priorizan mutuamente, compartiendo sus vidas, deseos, inseguridades y logros. Momentos cuando muestran apoyo incondicional, como con los problemas de infertilidad de Charlotte, o cuando apoyan a Miranda durante la muerte de su madre, ejemplifican cómo la amistad se convierte en un pilar emocional y narrativo fundamental. 

Además, la serie muestra que estas amistades no son perfectas; enfrentan conflictos, malentendidos y distanciamientos, pero siempre encuentran la manera de reconciliarse y seguir adelante juntas. Este enfoque realista y profundo de la amistad femenina fue innovador para su época y sigue siendo relevante hoy en día.

Imagen: MUBI

La introducción de SATC marcó un cambio significativo en la televisión al colocar la amistad femenina en el centro de la historia. Mientras que otras series trataban la amistad como un accesorio narrativo, esta serie la convirtió en el motor de la trama, mostrando que las relaciones entre mujeres pueden ser tan complejas, significativas y centrales como cualquier historia de amor romántico. Este enfoque ha influido en producciones posteriores que buscan representar de manera más auténtica y profunda las relaciones entre mujeres, reconociendo su importancia y complejidad en la vida cotidiana.

Uno de los momentos más significativos de Sex and the City ocurre en el episodio “The Agony and the 'Ex'-tacy”, cuando Charlotte —la más romántica del grupo— rompe con la lógica tradicional del amor como eje central de la vida femenina. Mientras las cuatro amigas celebran el cumpleaños 35 de Carrie, rodeadas de decepciones amorosas, Charlotte declara:

“Maybe we can be each other’s soulmates. Then we can let men be just these great, nice guys to have fun with.” 


Esta línea se convirtió en una de las más emblemáticas de la serie. En lugar de seguir esperando al “hombre ideal”, Charlotte sugiere que la verdadera relación central en sus vidas podría ser la amistad entre ellas. Esta revelación no sólo desafía la narrativa clásica de las comedias románticas, sino que coloca la sororidad como una forma válida —y poderosa— de compañía y sentido de vida.


La representación de la sexualidad femenina

Hasta finales de los noventa, el sexo femenino en la televisión estaba marcado por el silencio, la moralidad o la censura. Las mujeres deseantes rara vez eran protagonistas, y cuando lo eran, su deseo terminaba castigado o ridiculizado. En ese contexto, Sex and the City llegó como un parteaguas: por primera vez, cuatro mujeres hablaban abiertamente —y sin vergüenza— sobre sus fantasías, sus dudas, sus límites y sus placeres. Lo que antes era tabú se convirtió en conversación cotidiana.

Más allá de las tramas románticas, la serie colocó la sexualidad femenina en el centro del relato. Cada una de las protagonistas encarnaba una forma distinta de relacionarse con el deseo: Charlotte, desde la tradición romántica; Miranda, desde el escepticismo práctico; Carrie, desde la curiosidad emocional; y Samantha, desde la libertad más radical. Esta última se convirtió en un ícono por representar a una mujer mayor, soltera y felizmente activa sexualmente, sin pedir disculpas por ello. Frente a la cultura del slut-shaming, Samantha respondió con seguridad y humor.


Uno de los episodios más emblemáticos fue “The Turtle and the Hare” (temporada 1, episodio 9), en el que Charlotte descubre el vibrador Rabbit. La trama no sólo abordó abiertamente el uso de juguetes sexuales, sino que lo hizo desde la curiosidad y la complicidad entre amigas. Fue la primera vez que muchas espectadoras vieron representada la masturbación femenina como algo normal y placentero, no como una fuente de culpa.

Además, la serie introdujo conversaciones antes impensables en televisión: orgasmos fingidos, disfunciones sexuales, bisexualidad, pornografía, tríos, citas casuales y la importancia del consentimiento. Todo esto, narrado desde la experiencia femenina, sin necesidad de la mirada masculina como mediadora.

Imagen: IntiMD

El impacto de esta representación fue tal que Sex and the City se convirtió en objeto de estudio en universidades como Arizona State University, dentro de cursos de estudios de género y medios. Su legado ha influido en series posteriores como Girls, Insecure, Fleabag o Sex Education, que retoman esa misma libertad narrativa para explorar el deseo femenino desde distintas perspectivas, más diversas e interseccionales.

Aunque hoy algunas miradas feministas critican la falta de inclusión racial y la visión privilegiada del feminismo que mostraba la serie, es innegable que Sex and the City abrió la puerta para una conversación que aún hoy sigue en expansión: la del derecho al deseo, al placer y a la autonomía del cuerpo femenino, representado sin culpa en pantalla.



Protagonistas imperfectas, pero reales.

Una de las grandes innovaciones de Sex and the City fue colocar a mujeres complejas al centro de la narrativa, no como acompañantes o contrapuntos de personajes masculinos, sino como protagonistas de sus propias historias. La serie rompió con la representación tradicional de mujeres en televisión, que solía oscilar entre la perfección moral de la madre abnegada o la villana estereotipada. En lugar de eso, Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha eran contradictorias, ambiciosas, frágiles, fuertes, egoístas y generosas… humanas.


Personajes SATC de Ana Luz

A través de ellas, se mostró que una mujer no necesita ser perfecta para ser protagonista. Al contrario: al permitirles ser contradictorias y multidimensionales, la serie inauguró una nueva era en la representación femenina televisiva, abriendo paso a personajes que no sólo reflejan ideales, sino también verdades emocionales complejas y actuales.


Debate y legado

La recepción crítica de Sex and the City ha sido diversa y ha generado debates significativos en el ámbito académico y feminista. Mientras algunos la consideran una obra pionera del feminismo pop, otros la critican por su enfoque limitado y su representación de la feminidad.

La serie ha sido frecuentemente asociada con el "feminismo de lápiz labial" (lipstick feminism), una corriente que busca reconciliar la feminidad tradicional con la autonomía y el empoderamiento femenino. Este enfoque sostiene que las mujeres pueden abrazar su sexualidad y estilo personal sin renunciar a los principios feministas. Sex and the City ejemplifica esta perspectiva al presentar a mujeres que disfrutan de la moda, el sexo y la independencia financiera, desafiando la noción de que la feminidad y el feminismo son mutuamente excluyentes.

Imagen: Glamour

A pesar de su impacto, la serie ha enfrentado críticas por su representación limitada de la diversidad y por promover una visión del feminismo centrada en el consumo y el individualismo. Algunos académicos argumentan que Sex and the City refleja un postfeminismo que enfatiza la elección personal y el empoderamiento a través del consumo, sin abordar adecuadamente las estructuras sociales que perpetúan la desigualdad de género.

Además, se ha señalado que la serie presenta una visión homogénea de la experiencia femenina, enfocándose principalmente en mujeres blancas, heterosexuales y de clase media-alta, lo que limita su capacidad para representar la diversidad de las experiencias femeninas. En este podcast se habla de esto:



A pesar de las críticas, la serie ha dejado una huella significativa en la cultura popular y en la representación de las mujeres en los medios. La serie abrió el camino para conversaciones más abiertas sobre la sexualidad femenina, la amistad entre mujeres y la búsqueda de la autonomía personal. Su legado continúa siendo objeto de análisis y debate, reflejando las complejidades y contradicciones del feminismo contemporáneo.

En resumen, ha sido tanto celebrada como cuestionada por su enfoque del feminismo y la representación femenina, lo que la convierte en una obra clave para entender las dinámicas del feminismo en la cultura mediática de finales del siglo XX y principios del XXI.


Imagen: Vogue

Para la generación que creció con ella, fue una puerta de entrada a nuevas formas de deseo, amistad y autonomía. Para quienes la descubren hoy, es también un termómetro de cuánto ha cambiado —o no— la televisión y la conversación feminista. 


A más de veinte años de su estreno, Sex and the City sigue siendo una pieza clave para entender cómo la televisión comenzó a abrir espacios de representación más honestos, complejos y humanos para las mujeres. Aunque no estuvo exenta de contradicciones ni carencias —como la falta de diversidad o su enfoque privilegiado—, la serie logró articular una narrativa donde el deseo, la amistad y la autonomía femenina eran centrales. Su impacto no radica en ofrecer un modelo perfecto, sino en haber iniciado una conversación cultural sobre lo que significa ser mujer en un mundo que constantemente trata de definirnos.






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